Los crisantemos, conocidos como chrys por krysous, que significa «dorado» en griego, y anthemum, que hace referencia a la forma superlativa de anthos, flor, son unas hermosas flores que han sido bautizadas como el «sol dorado». Aunque su nombre fue acuñado por Linneo en el siglo XVIII, los crisantemos ya se encontraban presentes en los jardines desde hace miles de años. Su cultivo como planta ornamental comenzó en China hace aproximadamente 3.500 años, para luego extenderse a Japón, donde se convirtió en el símbolo de la Corona imperial. En España, se introdujeron probablemente en el siglo XIX y han llegado a ser consideradas las flores más representativas del 2 de noviembre, el día de los Fieles Difuntos, gracias a su época de floración y su belleza.
Una gran diversidad de variedades
En la actualidad, se conocen numerosas especies e híbridos de crisantemos, que pertenecen a la familia de las Asteráceas o Compuestas, la misma familia a la que pertenecen los ásteres, dalias y girasoles. Lo que todas estas flores comparten es su característica inflorescencia en capítulo, que consiste en un disco con un botón central formado por flores hermafroditas y una hilera exterior de flores femeninas dispuestas de forma radial. Existe una gran variedad de híbridos que son fáciles de cultivar en jardines y terrazas, y que se caracterizan por su espectacular despliegue floral. Estos crisantemos pueden presentar una amplia gama de colores y formas, desde las sencillas margaritas con un botón central y una sola fila de pétalos, hasta las dobles, semidobles y pompones, pasando por las de anémona, araña o cuchara. Además, pueden florecer copiosamente desde agosto hasta diciembre.
Buenas combinaciones y cuidados
Los crisantemos son una excelente opción para armonizar el jardín o las macetas en la terraza. Se pueden agrupar en pares o tríos de distintos colores para crear una combinación armoniosa. También es posible elegir variedades de flores del mismo tono pero con distintas formas para lograr un efecto interesante. Además, los crisantemos combinan bien con otras plantas como los ásteres, helenios, anémonas, plantas de follaje plateado, pyracanthas y gramíneas.
Para cultivar crisantemos al aire libre, es importante tener en cuenta sus necesidades. Estas flores aman el sol, especialmente el sol de la mañana, que favorece una floración abundante. También son grandes consumidoras de agua y nutrientes. Necesitan un sustrato neutro con buen drenaje y un suelo húmedo, aunque no tolere el exceso de agua ni la falta de riego. Durante su período de crecimiento y floración, necesitan un fertilizante rico en nitrógeno y potasio. Los crisantemos son resistentes y pueden soportar temperaturas muy frías.
En cuanto a su sujeción, algunos tipos de crisantemos requieren tutores para sostener sus tallos largos y flores grandes, sobre todo si la zona es ventosa. La poda contribuye a configurar las matas y a fortalecer los tallos. Si se pinzan al final de la primavera, se desarrollarán más compactos y darán más flores. Con respecto a las plagas y enfermedades, los crisantemos cultivados al aire libre son menos propensos a sufrir ataques que los de interior. Sin embargo, son sensibles al oídio y a otros insectos como los pulgones, la araña roja y la mosca blanca. También es importante tener en cuenta los hongos del suelo que pueden surgir por el exceso de agua.
En resumen, los crisantemos son unas flores brillantes que alegran el otoño con su amplia variedad de colores y formas. Son fáciles de cultivar en jardines y terrazas, y combinan bien con otras plantas. Con los cuidados adecuados, estas flores pueden durar muchos años y brindar una belleza sin igual. Si estás buscando agregar color y alegría a tu jardín en otoño, los crisantemos son la elección perfecta. ¡No te pierdas la oportunidad de disfrutar de la belleza de estas flores en tu propio espacio verde!
