37 poemas de amor inolvidables que te tocarán el corazón

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El amor es una experiencia universal que nos conmueve a todos, pero a veces no encontramos las palabras adecuadas para expresarlo. A lo largo de la historia, los poetas han sabido decir aquello que todos sentimos de formas creativas y elocuentes.

Arde en tus ojos, de Antonio Machado

El amor no fue un tema muy recurrente para Antonio Machado, pero en el poema «Arde en tus ojos» nos revela una de esas pocas, pero felices ocasiones en las que el poeta le dedica su intención creadora. En estas palabras, el amante muestra su pasión y ansiedad ante el misterio del amor.

Arde en tus ojos un misterio, virgen esquiva y compañera. No sé si es odio o es amor la lumbre inagotable de tu mirada negra.

Conmigo irás mientras proyecte sombra mi cuerpo y quede arena en mi sandalia. ¿Eres la sed o el agua en mi camino? Dime, virgen esquiva y compañera.

Si me quieres, quiéreme entera, de Dulce María Loynaz

El amor no se condiciona. Quien ama debe abrazar la totalidad del ser, aciertos y errores incluidos. Amar no es admiración y no se sustenta en la buena suerte. El amor se decide o, simplemente, se da.

Si me quieres, quiéreme entera, no por partes. Si me quieres, quiéreme sin reservas, sin dudas ni miedo. Si me quieres, quiéreme intensamente, sin límites ni condiciones.

Quiéreme de día, quiéreme de noche, y hasta en la madrugada, con la ventana abierta. Si me quieres, no me recortes: quiéreme por completo… o no me quieras.

Madrigal, de Amado Nervo

Los ojos del ser amado se revelan como una fuente de vida absoluta para el amante. Otra realidad no importa, más que saberse reconocido en ellos, como un espejo que nos muestra nuestra verdadera identidad.

Por tus ojos verdes yo me perdería, sirena de aquellas a las que Ulises, sagaz, amaba y temía. Por tus ojos verdes yo me perdería. Por tus ojos verdes, fugazmente brillantes, a veces en ellos se refleja la melancolía; por tus ojos verdes tan llenos de paz, misteriosos como mi esperanza; por tus ojos verdes, conjuro eficaz, yo me salvaría.

A veces, de Nicolás Guillén

Nicolás Guillén nos recuerda que el amor es simple, directo y sincero. Su fuerza nos autoriza a ser cursis, infantiles y a aceptar nuestra propia mortalidad si eso es lo que el amor nos pide.

A veces tengo ganas de ser cursi para decir: ¡Te amo locamente! A veces tengo ganas de ser tonto para gritar: ¡Te quiero tanto!

A veces tengo ganas de ser niño para llorar acurrucado en tu regazo.

A veces tengo ganas de estar muerto para sentir que bajo la tierra húmeda de mis jugos crece una flor que rompe mi pecho, una flor que dice: Esta flor, es para ti.

Presente simple (Confianza), de Pedro Salinas

Para el poeta, el amor pleno solo se conjuga en presente simple. No hay pasado ni futuro, solo la gracia de la acción amorosa, la vivencia del amor en el presente.

Ni recuerdos ni presagios, solo el presente cantando.

Ni silencio, ni palabras, solo tu voz hablándome.

Ni manos ni labios, solo dos cuerpos, separados pero cerca.

Ni luz ni oscuridad, ni ojos ni mirada, solo la visión del alma.

Y finalmente, ni gozo ni pena, ni cielo ni tierra, ni arriba ni abajo, ni vida ni muerte, solo el amor, solo amando.

Te ofrezco, de Paul Verlaine

La expresión más concreta del amor es entregarse como una ofrenda gentil y piadosa. Eso nos recuerda el poeta Paul Verlaine en este poema.

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, mi corazón ingenuo que se humilla ante tu bondad. No quieras destrozarlo con tus caricias, tus ojos alegran mi humilde obsequio.

En el jardín sombrío, mi fatigado cuerpo ha sido cubierto por las brisas matinales y, como en el placer de un sueño, deseo descansar a tu lado, en el fugaz instante.

Cuando calmes la tormenta divina de mis sienes, me recostaré, jugando con tus sedosos rizos, en tu cálido pecho, mi frente soñolienta, evocando el ritmo de tus últimos besos.

Contigo, de Luis Cernuda

Para el amante, el ser amado es lo absoluto, en torno a lo cual todo lo demás se vuelve relativo. El ser amado es la tierra y la vida, el lugar de pertenencia. Su ausencia, en cambio, es la muerte.

¿Mi tierra? Mi tierra eres tú.

¿Mi gente? Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte están donde no estés tú.

¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú?

Como si cada beso, de Fernando Pessoa

En este poema, el beso se presenta como un momento de realización y lamento a la vez. Imágenes de posibles finales, de despedidas temidas y un juego de posibilidades casi surrealistas. El amante suplica el beso memorable que le da el valor de la eternidad a un simple instante.

Como si cada beso fuera una despedida, mi Chloé, besémonos amando. Tal vez nos toque en el hombro la mano que llama a la barca que no viene sino vacía; y que ata en el mismo paquete lo que fuimos mutuamente y la suma universal de la vida ajena.

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Amor, de Salvador Novo

A veces, el enamorado no es correspondido, pero si su amor es verdadero, espera el momento en que el ser amado lo mire. El enamorado espera su oportunidad.

Amar es este tímido silencio cerca de ti, sin que lo sepas, y recordar tu voz cuando te marchas y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte como si fueras parte del atardecer, ni antes ni después, para que estemos solos entre juegos y cuentos sobre la tierra seca.

Yo no quiero morirme sin saber de tu boca, de Elsa López

El alma enamorada anhela la experiencia del encuentro verdadero, el que le da sentido a su vida. El amor realizado le quita poder a la muerte, porque él mismo se convierte en vida prodigiosa.

Yo no quiero morirme sin saber de tu boca. Yo no quiero morirme con el alma perpleja, sabiéndote distinto, perdido en otras playas. Yo no quiero morirme con este desconsuelo, bajo el arco infinito de esa cúpula triste donde habitan tus sueños al sol del mediodía. Yo no quiero morirme sin haberte entregado las doradas esferas de mi cuerpo, la piel que me recubre, el temblor que me invade. Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.

Canción del demasiado amor, de Vinicius de Morais

A veces, el enamorado pierde, pero el amor sigue dejando su huella como un recuerdo doloroso que inquieta los pensamientos.

Quiero llorar porque te amé demasiado, quiero morir porque me diste la vida, ay, mi amor, ¿es que nunca tendré paz? ¿Será que todo lo que hay en mi solo quiere decir saudade… y ya no sé qué será de mí, todo me dice que amar será mi fin… Qué desespero trae el amor, yo que no sabía lo que era el amor, ahora lo sé porque no soy feliz.

Me tienes y soy tuya, de Ángela Figuera Aymerich

Para el alma enamorada, la entrega es total e íntima, pero eso no significa que pueda develarse el misterio último de la esencia personal. Cada ser es un misterio, y el amor encuentra su morada en ese misterio.

Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro, como la carne de los huesos. Tan cerca uno del otro y, a menudo, ¡tan lejos!… Tú a veces me dices que me encuentras cerrada, como de piedra dura, como envuelta en secretos, impasible, remota… Y tú quisieras tener la llave del misterio… Si nadie la tiene… No hay llave. Ni yo misma, ¡ni yo misma la tengo!

Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer

El amante mira la vida transitoria mientras adivina en el amor una brasa inagotable capaz de iluminar la eternidad. ¿O será que el amor es la misma eternidad?

Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.

Rima I, de Gustavo Adolfo Bécquer

El poeta añora el momento en el que, sujetas las manos de su ser amado, pueda susurrarle al oído palabras de amor.

Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh hermosa!, si teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Espero que estos poemas de amor cortos hayan tocado tu corazón y te hayan inspirado para expresar tus propios sentimientos. Recuerda que el amor es el lenguaje universal que todos podemos entender y disfrutar. ¡No dudes en compartirlos con esa persona especial en tu vida!

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