La Magia de los Crisantemos: Un Cuento Japonés Renovado

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¡Bienvenidos a una historia llena de magia y esperanza! En un lejano pueblo de Japón, vivía una familia humilde compuesta por un matrimonio y su pequeño hijo. Juntos, formaban un hogar lleno de felicidad y amor. Sin embargo, un día, la enfermedad golpeó a su querido niño. Cada mañana, el pequeño despertaba con una fiebre ardiente y un rostro pálido como la luna en invierno. Los padres, desesperados por encontrar una cura, probaron todo tipo de remedios, pero ninguno parecía funcionar. Su única esperanza residía en un anciano sabio que vivía en el bosque.

Se decía que este anciano poseía un conocimiento inmenso sobre hierbas medicinales y curas para todo tipo de enfermedades. Con lágrimas en los ojos, la madre tomó la valiente decisión de buscar la ayuda de este venerable hombre. Envuelta en una cálida capa de lana, se aventuró entre la maleza hasta llegar a una pequeña cabaña de madera rodeada por un cercado. Golpeó la puerta con sus nudillos, y ante ella apareció un hombre arrugado de barba blanca hasta la cintura.

  • ¿Qué te trae por aquí, mujer? -preguntó el anciano.

  • Perdón por la intrusión, pero necesito tu ayuda -respondió la madre entre sollozos.

  • No te preocupes, veo la angustia en tus ojos y tu voz… Entra y cuéntame todo.

Una vez dentro, la mujer se acomodó en un sencillo banco de tronco mientras explicaba al anciano la razón de su visita. Desesperada, le contó cómo su hijo de tan solo dos años estaba gravemente enfermo, sufriendo de fiebre alta y debilitándose cada día más. Con lágrimas en los ojos, temía lo peor.

  • Lamento decirte que no conozco una cura para la enfermedad de tu hijo -dijo el anciano con sinceridad-, pero puedo revelarte cuántos días más vivirá.

  • ¿Cómo dices? ¿Y si son pocos? No sé si quiero saberlo -respondió la madre afligida.

  • No pierdas la esperanza… ¡nunca se sabe! -dijo el anciano con un toque de ternura en su voz.

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El anciano miró a la madre con compasión y continuó hablando:

  • Ve al bosque y busca una planta que produce flores amarillas llamadas crisantemos. Escoge una de esas flores, córtala y cuenta sus pétalos. El número de pétalos será el mismo número de días que le quedan a tu pequeño, y así sabrás si sanará o no.

La madre, llena de dolor, corrió hacia el bosque en busca de la planta que el anciano le había mencionado. No tardó en encontrar un arbusto cubierto de hermosas flores amarillas. Arrancó una flor y contó los pétalos.

  • ¡Oh no, no puede ser! Solo tiene cuatro pétalos… ¡Eso significa que solo vivirá cuatro días más! -exclamó la madre, derrumbándose en el suelo y dejando escapar un grito de amargura.
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Sin embargo, ella no estaba dispuesta a aceptar ese cruel destino. Decidida a prolongar la vida de su hijo durante muchos años, se calmó y se sentó en una roca. Con infinita delicadeza, comenzó a desgarrar los pétalos del crisantemo en finas tiras hasta dividirlos en miles de partes.

Una vez terminado su labor, la madre regresó a la cabaña del anciano y le mostró la flor. El sabio hombre intentó contar los infinitos pétalos, pero le resultó imposible.

Con una sonrisa en el rostro, el anciano se acarició la larga barba blanca y le dijo a la madre:

  • Tengo buenas noticias para ti. Esta flor tiene miles y miles de pétalos, lo que significa que tu hijo vivirá muchos años. Se casará, tendrá hijos y nietos, ya lo verás. Ahora, regresa junto a él y confía en su recuperación.

  • ¡Mil gracias, señor! Jamás olvidaré lo que ha hecho por mí y mi familia -dijo la madre, desbordante de felicidad.

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Llena de emoción, la mujer regresó a casa y se adentró en la habitación donde descansaba su hijo. Para su sorpresa y alegría, el niño ya no yacía inmóvil en la cama. En su lugar, estaba sentado sobre unos almohadones, sonriendo y disfrutando de un plato de sopa. Estaba recuperándose rápidamente.

Pocos días después, el color rosado volvió a las mejillas del niño, indicando que se había curado por completo. Desde entonces, se cuenta la leyenda de que los crisantemos ya no tienen solo cuatro pétalos, sino que poseen una cantidad incontable. ¡Te invito a comprobarlo por ti mismo cuando encuentres uno!

La historia de la madre valiente y la magia de los crisantemos nos recuerda que la esperanza y la determinación pueden marcar la diferencia. A veces, cuando enfrentamos desafíos aparentemente insuperables, la fuerza de nuestra fe y la confianza en lo impredecible pueden abrirnos puertas hacia un futuro lleno de luz. Y tú, ¿qué historias de esperanza y resiliencia conoces?

Crisantemo

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