Caligrama: La Poesía Visual que Perdura a lo Largo del Tiempo

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La poesía visual ha vuelto a cobrar importancia en la actualidad, pero su origen se remonta a los caligramas. ¿Cuál es tu caligrama favorito? La poesía es capaz de transmitir imágenes a través de palabras, despertando nuestros sentidos y creando una idea de cómo es una persona, un estado de ánimo, el clima, hechos trascendentales o emociones.

Uno de los ejemplos más destacados es el «Soneto 333» de Francisco de Quevedo, donde el poeta utiliza las palabras para recrear la verdadera belleza de su amada. En este fragmento, Quevedo expresa el profundo significado de las palabras al hablar de la mirada de su amada, que regala armonía proveniente de Dios.

Quevedo, uno de los más destacados representantes del Siglo de Oro de las Letras Españolas, logra embelesar a través de su poesía, recreando el espíritu extraordinario del poeta y su amada. Sin embargo, este logro solo se consigue gracias al lector, quien abre su mente y su corazón, dejándose llevar por la rima y el ritmo de los versos, desentrañando la esencia del poema y sus múltiples connotaciones.

La poesía visual, también conocida como poesía «verbal», ha evolucionado a lo largo del tiempo. Se han incorporado imágenes producidas mediante diversas técnicas, como el dibujo, la pintura, los objetos tridimensionales e incluso el performance. Estas nuevas imágenes explican, complementan o deconstruyen el poema original, creando una experiencia más completa.

A grandes rasgos, esto es lo que conocemos como poesía visual, cuyo ejemplo más antiguo y contemporáneo es el caligrama. Los caligramas más famosos fueron introducidos en Europa durante el primer cuarto del siglo XX por Guillaume Apollinaire. Su objetivo era que cada persona que leyera sus poemas pudiera ver lo invisible e inventar su propia historia.

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Guillaume Apollinaire, reconocido por acuñar la palabra «surrealismo» en su obra «Las tetas de Tiresias», recuperó el arte del caligrama. Este medio de comunicación le permitía compartir un mensaje claro pero con espacio para diferentes interpretaciones. En sus caligramas, Apollinaire incorporaba el humor como herramienta indispensable para enfrentar la tristeza y el miedo presentes durante la guerra. ¿Crees que aún estamos a tiempo de escribir nuestros propios caligramas?

En su caligrama «La mandolina, el clavel y el bambú», publicado en 1918, Apollinaire expresa con versos como «Oh batallas la tierra tiembla como una mandolina», el temblor que produce la guerra, similar al sonido de una mandolina, y cómo este perfora el cuerpo y el espíritu del poeta. Sin embargo, también muestra la esperanza y el aroma de la paz a través del clavel, una flor que trae consigo la promesa de algo bueno.

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Los caligramas de Apollinaire están compuestos por letras de diferentes tipografías, incluso utiliza palabras en mayúsculas para enfatizar la violencia y el estruendo de la guerra. Cada caligrama es una invitación al lector para descubrir y experimentar su propio significado.

Apollinaire no fue el único en recuperar el caligrama. Vicente Huidobro, reconocido poeta chileno, ya había publicado su caligrama «Triángulo armónico» en 1912. Aunque en este poema los versos riman y tienen ritmo, no representa lo mejor de su producción. Sin embargo, lo esencial es cómo Huidobro pinta y estiliza el poema, fomentando una participación activa del lector al crear imágenes con las palabras y la forma externa que se va formando.

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El prestigio del caligrama se remonta a tiempos más antiguos. Simmias de Rodas, en el siglo IV a.C., escribía caligramas conocidos como Technopaegnia. Estos caligramas requerían una ruta en espiral para descifrar su verdadero significado.

La poesía visual tiene múltiples presentaciones, pero el caligrama sigue siendo su forma más antigua y contemporánea. Incluso se imparten talleres especiales para que los niños compongan sus propios poemas en formas que les inspiren.

Te animo a que pongas todos tus sentidos en la comprensión de los caligramas y te atrevas a crear los tuyos propios. Como siempre, la última palabra la tienes tú.

Una Planta

Fuentes:

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