La calabaza, también conocida como ahuyama o zapallo, es una planta herbácea anual de la familia de las Curcubitáceas. Su belleza radica en sus frutos, las calabazas, siendo una planta hortícola muy popular en todo el mundo. ¿Te gustaría conocer más sobre esta fascinante planta y sus usos?
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Características de la Calabaza
La Cucurbita maxima es una planta de porte rastrero que puede alcanzar entre 50 a 70 cm de altura. Sus hojas, de gran tamaño y forma cordiforme, surgen de tallos rastreros y pilosos, al igual que las hojas. Las flores de la calabaza son de un vibrante color amarillo o naranja, y sus frutos, conocidos como pepónides, son de gran tamaño y tienen una pulpa de color naranja sabrosa y muy utilizada en la cocina.
Cabe resaltar que las semillas de la calabaza, de color blanco, son comestibles y se asemejan a las conocidas pipas de calabaza. Además, esta especie tiene la capacidad de hibridarse fácilmente con otras especies del género Curcubita e incluso con otros géneros.
Cultivo de la Calabaza
La calabaza es originaria de América del Sur y ha sido cultivada desde la antigüedad, con una historia que se remonta a 7000 años. En el siglo XVI, fue introducida en Europa, donde se confundió con las calabazas del peregrino (Lagenaria siceraria). En la actualidad, se cultiva en todas las regiones templadas y subtropicales del mundo.
Para un cultivo adecuado de la calabaza, es importante tener en cuenta que requiere suelos sueltos, arenosos y con buena capacidad de drenaje y aireación. Asimismo, necesita niveles adecuados de humedad, ya que no tolera las sequías, y no soporta las heladas.
Las calabazas pueden sembrarse directamente en el suelo, colocando de 3 a 4 semillas en cada hoyo. La germinación ocurre cuando la temperatura media es superior a los 15ºC, y posteriormente se desarrollan plántulas con tallos secundarios. También es posible germinarlas en semilleros y trasplantarlas una vez que se han desarrollado lo suficiente.
La floración de la calabaza se produce con temperaturas medias de 30ºC, aproximadamente 40 días después de la siembra. La formación del fruto puede tomar entre 45 a 50 días, dependiendo de la región. El momento ideal para la cosecha se determina por el color de la piel del fruto, que comienza a presentar amarilleamientos en la zona que está en contacto con el suelo.
Es importante tener en cuenta que la calabaza requiere de grandes superficies debido a su desarrollo horizontal y porte rastrero. Algunas variedades trepadoras requieren tutores y estructuras para su correcto cultivo. Además, necesita al menos 150 a 200 cm de distancia entre cada ejemplar para permitir su desarrollo.
En cuanto al riego, las calabazas requieren niveles elevados de agua, especialmente al principio de su crecimiento. Posteriormente, desarrollan un sistema radicular potente de hasta 180 cm de profundidad, lo que permite espaciar los riegos a 1 o 2 por semana.
Plagas y Enfermedades
Las calabazas pueden ser susceptibles a plagas como el pulgón, la araña roja y la mosca blanca. Para el control de enfermedades fúngicas, como el oidio o el mildium, se recomienda realizar aplicaciones de caldo bordelés.
Multiplicación de la Calabaza
La recolección de los frutos de la calabaza se realiza en otoño. A partir de ahí, es posible separar las semillas y dejarlas secar en un lugar fresco y seco. Cuando finaliza el invierno y llega la primavera con temperaturas más cálidas, se puede iniciar la germinación de las semillas de calabaza, ya sea en semilleros o directamente en el suelo.
Usos de la Calabaza
La calabaza tiene un uso culinario muy extendido en todo el mundo. Desde la antigüedad, ha sido ampliamente cultivada y distribuida. Su principal función es como alimento, pero también se han utilizado sus características frutas para elaborar botellas y recipientes para contener líquidos, entre otras funciones creativas.
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