La amenaza de las armas biológicas: una mirada al pasado y al futuro

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Armas biológicas

La guerra biológica, conocida por utilizar microorganismos y agentes bioactivos para propagar enfermedades entre las fuerzas militares enemigas o la población civil, ha sido un tema de preocupación a lo largo de la historia. Durante las guerras mundiales, se realizaron experimentos con armamento biológico, incluso atacando a la población civil.

Para fabricar un arma biológica, se pueden utilizar diversos microorganismos patógenos que sean altamente infecciosos y se dispersen fácilmente. Entre ellos se encuentran la viruela, el ántrax, la peste, el botulismo, el tifus, la fiebre Q, el ebola y la gripe. Estos microorganismos pueden ser cultivados en grandes cantidades y transmitirse persona a persona. Además, deben ser estables en el ambiente y se deben conocer las medidas preventivas y terapéuticas para combatirlos.

A lo largo de la historia, se ha evidenciado el uso deliberado de armas biológicas, desde los ejércitos romanos que contaminaban las fuentes de agua con enfermedades, hasta la introducción de enfermedades como la sífilis, la gripe y la viruela en poblaciones nativas por parte de colonos europeos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se firmó la Convención de Armas Biológicas (CAB) en 1972, donde se acordó renunciar al desarrollo de armas biológicas con fines ofensivos. Sin embargo, en 1973 se logró transferir genes ajenos a bacterias, abriendo un mundo de posibilidades con la ingeniería genética.

Actualmente, hay numerosos países que investigan y desarrollan armas biológicas, a pesar de haber firmado la CAB. Entre ellos se encuentran Siria, Irán, Irak, Libia, Corea del Norte, China, Egipto, Cuba, Taiwán, Rumania, Bulgaria, Pakistán, India, Sudáfrica e Israel. La ingeniería genética ha facilitado la producción de armas biológicas, ya que se pueden modificar genéticamente microorganismos para aumentar su resistencia a antibióticos, sintetizar toxinas altamente tóxicas y conocer las predisposiciones genéticas de distintos grupos étnicos.

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Una de las principales preocupaciones radica en el desconocimiento de los resultados de la ingeniería genética aplicada a armas biológicas. Estas armas son fáciles de producir y dispersar, y su poder mortífero podría superar al de las armas nucleares. Además, los laboratorios que las producen son difíciles de detectar, y muchas veces no cumplen con las medidas de seguridad necesarias.

En resumen, las armas biológicas representan una amenaza real en la actualidad. Aunque se insista en que la investigación se realiza con fines defensivos, existe un riesgo para la población cercana a los centros de investigación. La ingeniería genética ha revolucionado este campo, permitiendo la creación de armas más letales y de fácil propagación. Por tanto, es fundamental estar preparados y tomar medidas para prevenir y enfrentar esta amenaza en el futuro.

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